Cómo librarse de la necesidad de aprobación
Arthur Schopenhauer lo definió como:
“La triste esclavitud de estar sometidos a la opinión ajena.”
Resulta casi inexplicable cuanta alegría sienten las personas siempre que reciben señales de otros que alagan de alguna manera su vanidad. Y a la inversa: es sorprendente hasta qué extremo se sienten ofendidas por cualquier degradación o menosprecio que reciben.
Para muchas personas, buscar la aceptación de los demás de manera constante es como una droga, la buscan sin darse ni cuenta a través de la comunicación (que opinen como él, que aplaudan algo que ha hecho, que se reconozca, …) o de los hechos, de tal manera que se esperan acciones por parte del otro que verifiquen tu aceptación (“Si le cayera bien él hubiera hecho …”).
El problema surge cuando el deseo de gustar o de quedar bien se convierte en una necesidad y provoca un sufrimiento enorme.
Tampoco sería saludable vivir al margen de la visión que los demás tienen de ti, porque es cierto que alguna criticas te sirven de aliciente para mejorar. Si no fuera así, tendrías problemas para formar parte de la sociedad.
El problema surge cuando algunas te bloquean o te limitan a actuar como te gustaría hacerlo.
Cuando esto pasa, dejas de ser tú mismo para convertirte en lo que los demás esperan de ti, o lo que es peor, para convertirte en lo que tú crees que los demás esperan.
Ten en cuenta que la gran necesidad de aprobación equivale a decir lo siguiente:
“lo que tú piensas de mi es más importante que lo que pienso de mí mismo”.
Y eso conlleva un desajuste entre lo que yo quiero hacer y lo que finalmente termino haciendo.
Porque si cada vez que alguien te comenta un desacuerdo y te sientes atacado o inseguro, cambias de opinión o de conducta, acabarás sintiendo que no tienes ningún control de tu vida, sino que son los otros los que lo tienen.
Quizás te plantees que es normal quedar bien con la gente que te importa. Puede serlo, pero es poco útil, porque una cosa es querer agradar a quien tenemos cerca y otra es querer quedar bien con todo el mundo y que nadie se enfade por lo que hacemos o decimos y es ahí donde empieza el sufrimiento, porque eso es ¡imposible!
Que todo el mundo piense bien de ti, es imposible, del mismo modo que tú no piensas bien de todo el mundo. La gente piensa de los demás independientemente de lo que los demás hagan o digan.
Te puedes esforzar hasta el infinito en quedar bien o ser amable y la otra persona puede pensar que no es suficiente o incluso que lo haces por fastidiar. Eso pasa porque no podemos elegir lo que piensan los demás, y mucho menos, controlarlo.
Entonces, ¿Qué es lo que podemos hacer para no sufrir tanto?
¡¡Lo veremos en las siguientes publicaciones!!