El niño y la estrella de mar
Como cada mañana, el hombre se despertó y bajó a pasear por la playa. A diferencia de otros días la orilla estaba repleta de miles de estrellas de mar que se extendían a lo largo de toda la costa.
Pensó que ese curioso fenómeno sería consecuencia del mal tiempo y el viento de los últimos días. Se sintió triste por todas aquellas pequeñas criaturas. Sabía que las estrellas de mar tan sólo viven 5 minutos fuera del agua.

El hombre continuó caminando absorto en sus pensamientos. De repente se encontró con un niño pequeño que corría de un lado a otro de la arena. Tenía la cara sudorosa y los pantalones remangados.
¿Qué estás haciendo? – Le preguntó el hombre
Estoy devolviendo las estrellas al mar, – contestó el niño – Junto todas las que puedo y las lanzo más allá de la rompiente para que no vuelvan de nuevo a la arena.
Ya veo – contestó el hombre – pero tu esfuerzo no tiene sentido. Vengo caminando desde muy lejos y hay miles de estrellas ancladas en la arena. Quizá millones. Podrás salvar a unas pocas pero la inmensa mayoría morirá y todo tu esfuerzo no habrá servido para nada. No tiene sentido lo que haces.
El niño sorprendido le mostró una pequeña estrella que escondía en la palma de su mano y antes de lanzarla al océano le dijo al hombre:
“Para ésta sí que tiene sentido”
Cuando escuché hace unos días esta historia, me vinieron tres aprendizajes a la cabeza:
- No nos tenemos que limitar por las cosas que nos digan otros. Si confías en algo, ¡hazlo! lo peor que te puede pasar es un gran aprendizaje.
- Si quieres cambiar el mundo, ¡mejóralo! Pasa de la mentalidad donde esperas que las cosas sucedan.
- A veces es necesario dividir un gran objetivo en miniobjetivos. La satisfacción que te producirá el ir alcanzando esos miniobjetivos te servirá de motivación.
Y a ti, ¿qué te dice a ti esta historia?